MARVEL GOLD LONGSHOT
por Óscar Rosa Jiménez


La década de los ochenta se caracterizó, entre otras muchas cosas, por la proliferación de nuevos formatos que pretendían aumentar la presencia de material variado en los kioscos y aportar una nueva cuota de mercado para las librerías especializadas. Bajo la dirección de Jim Shooter nacerían las novelas gráficas, un producto que abrazaba con fuerza la mejora cualitativa de las ediciones y dotaba a los tebeos de un sobrenombre que con el tiempo sería seudónimo de proyectos dirigidos a un público más adulto. El otro formato estrella serían las limited series, una nueva forma de contar historias durante un número de entregas determinado, que sirvió de carta de presentación para nuevos personajes, así como el caldo de cultivo perfecto para construir eventos o aventuras multitudinarias en las que participaba la plana mayor del Universo Marvel. En este escenario tan particular surgió un proyecto tan original como arriesgado que daría vida al personaje que acabó siendo conocido como Longshot.

Nuestro protagonista de hoy debutó en 1985, creado por la escritora Ann Nocenti y el dibujante Arthur Adams. Dos artistas que habían surgido prácticamente de la nada, pero que gracias a este trabajo conjunto acapararon las miradas tanto del fandom como de la propia editorial. Nocenti era una joven con muchas aspiraciones que había respondido a una oferta de trabajo de un periódico para trabajar en Marvel, a pesar de que era alguien totalmente ajena a los cómics. Aun así, se presentó en las oficinas de la editorial, situadas en Madison Avenue, consiguiendo ser aceptada mientras recortables gigantes del Capitán América y Spiderman la recibían con cierto desdén, describiendo el Bullpen como una redacción donde campaban a sus anchas tanto la locura como la creatividad. Sus primeros trabajos estarían centrados en el campo editorial, principalmente como asistente, aunque conseguiría foguearse como guionista en la serie protagonizada por Jessica Drew. Más tarde daría el salto a la cabecera del Hombre sin Miedo, donde escribiría uno de sus trabajos más importantes dentro de la editorial, el cual le granjeó admiradores y detractores por igual, debido a su particular forma de plasmar sus inclinaciones políticas en sus guiones. Sin embargo, su obra más personal se encuentra en la serie limitada de 6 números en la que no solo presentaba a un nuevo personaje, Longshot, sino que daba vida a un nuevo mundo de otra dimensión, en el que subyace una crítica paródica a nuestro propio mundo esclavizado por la televisión.

Nocenti afirma que la viabilidad del proyecto estuvo marcada por el apoyo de Louise Simonson, una importante editora de Marvel, que también estuvo íntimamente ligada a la franquicia mutante durante aquella época. La escritora realizó un extenso bosquejo de su idea que envió a Arthur Adams, después de ver algunos de sus trabajos. A lo largo de mil páginas, a las que se acabarían refiriendo como “La Biblia de Longshot”, la autora detallaba quien era Longshot y el mundo del que provenía, de manera que el dibujante tuvo una buena base para diseñar a una serie de personajes que acabarían formando parte de la miniserie y, más adelante, algunos de ellos llegarían a recalar en el cosmos mutante, recuperados por Chris Claremont durante su extensa etapa al frente de la Patrulla-X, a pesar de que en ningún momento de la obra ninguna de estas nuevas creaciones tenga una relación aparente con el Gen X.

El trabajo de Adams en esta miniserie fue clave para su carrera en el mundo del cómic, catapultándolo a la fama casi de forma instantánea. Gracias a su estilo rico en detalles rápidamente llamo la atención, a pesar de ser un joven de 19 años, que desde su más tierna infancia había soñado con dibujar cómics y se había sometido a un aprendizaje autodidacta. No obstante, aquello que suscitó la atención de todos, su detallado estilo, repercutió a la hora de entregar sus trabajos en los cortos plazos de entrega que caracterizan al mercado estadounidense, por lo que tras diversas etapas en series como Factor-X o Fantastic Four, quedó estigmatizado como un autor lento, siendo relegado a proyectos especiales, anuales y, en la actualidad, prácticamente solo es visible su trabajo en las portadas de los cómics Marvel. Para este dúo de autores, Longshot supuso un auténtico aldabonazo en su carrera, que a pesar de que estuvo marcada por el éxito, no fue tan prolífica como cabría de esperar después de una obra tan aclamada como esta.

Longshot sienta sus bases en lo que podríamos llamar un viaje iniciático, un recurso recurrente en la obra de Nocenti, a la que gustaba utilizar este tipo de elementos en sus guiones. Partiendo de un protagonista desmemoriado y perdido en un mundo que no es el suyo, se embarca en la búsqueda de su pasado, no solo para conocer su origen y desvelarlo al lector, sino también representando ese constante viaje hacia el conocimiento de sí mismo. De ese modo, se retrata un mundo de fantasía que bebe de la ciencia ficción, pero que hunde sus raíces en la crítica social, esclavizada por el entretenimiento lúdico, aunque para ello pierdan la importante capacidad para razonar. Quizá un alarmista y duro ataque hacia la televisión basura y el reality show, pero que, a pesar del tiempo transcurrido, sigue vigente en la actualidad y no ha perdido ni un ápice de frescura y sentido; solo hay que encender la “caja tonta” y poner ciertos canales para ver que los peores temores de la autora se han hecho realidad. Curiosamente, Nocenti solo sienta las bases del concepto, que mucho más tarde sería ampliamente desarrollado por otros autores, al igual que ocurriría con las creaciones de nuevo cuño como Mojo o Rita Carambola.

El protagonista, Longshot, un estereotipo de la belleza según los estándares de la época, se presenta como el paradigma de la bondad personificada. La misma autora reconoce que quizá hoy en día su estado de amnesia haya perdido cierta frescura, pero en su momento era una idea novedosa con mucha fuerza. Además, es la herramienta perfecta para crear una aura de misterio a su alrededor, algo que ya había funcionado en otros personajes de la editorial como el Hombre-X Lobezno, con el que a medida que avanza la miniserie podríamos establecer ciertos paralelismos, aunque también haya otros aspectos diferenciadores, por supuesto. Imbuido de una generosidad desmedida y una inusitada inclinación por ayudar a los demás, Longshot intenta auxiliar a todo aquel que lo necesita mientras huye de unos seres demoníacos que lo quieren devolver al mundo del que ha escapado. A su vez, descubre y explora sus habilidades, de las cuales destaca su capacidad para alterar la ley de la probabilidad en su beneficio, dotándolo de una suerte extrema que le será de mucha utilidad a lo largo de su aventura. Rescatar a un bebé de las garras de unos demonios o participar como especialista en una película serán sus primeros pasos en un mundo en el que todo es nuevo para él, provocando que se encuentre en un constante aprendizaje de la vida y sus entresijos.

Nocenti deja paso a la ironía con la incorporación de Rita Carambola, cuyo apellido nos deja entrever que nada en esta obra está puesto al azar, a pesar de que la fortuna ronde al protagonista en cada uno de sus pasos, gracias a sus poderes. Tampoco se pierde la ocasión de explotar la inocencia del protagonista en una historia que rezuma crítica social hacia las corporaciones, encarnadas en un mal amparado en el poder de la economía que asfixia a la clase media hasta situarla al borde del suicidio. Una muestra más de los pensamientos izquierdistas de la autora, reflejado en una compleja alegoría que introduce elementos ficticios y reales como la vida misma. Una extraña fusión que dirige la historia hacia derroteros complejos y densos, dando un pequeño giro en el concepto inicial. O al menos eso es lo que el lector puede sentir a medida que avanza la lectura. Pero, no obstante, poco a poco veremos que no es así, ya que la autora tenía claramente una hoja de ruta prefijada, que cobra mayor sentido al llegar al desenlace, que no deja de ser lo que podríamos denominar el principio del fin.

Aunque Nocenti asegura que su principal idea era crear nuevos personajes para no tener que sentirse lastrada por la trayectoria de grandes iconos que aún no conocía a fondo, de manera que pudiese explotar el potencial que ofrecía una tabula rasa como Longshot y el resto de sus creaciones, la historia sucede en el Universo Marvel que todos conocemos, por lo que algunas situaciones tendrán eco en las noticias, llamando la atención de ciertos héroes. De ese modo entran en escena personajes como Spiderman o Hulka, que durante aquella época militaba en los 4 Fantásticos. La presencia de ambos es meramente anecdótica y sirve para incluir a dos invitados de excepción. Sin embargo, a medida que avanza la trama, Nocenti nos introduce en un mundo que combina la ciencia ficción y la tecnología futurista con la magia y lo sobrenatural, lo cual da pie a la entrada del Doctor Extraño, una de las piezas fundamentales dentro de esta faceta del universo de ficción de la Casa de las Ideas.

Entre las incorporaciones que ofrece esta miniserie al Universo Marvel destaca con fuerza Mojo. Se trata de un villano complejo que a pesar de incluir esa típica megalomanía dominada por la posesión y el control de otros mundos aparte del suyo propio, incluye otros elementos de corte religioso, trasladándonos a una época de creación en un mundo dominado por dos razas diferenciadas por su sistema de locomoción. Además, tenemos la inclusión de Arize, en la que podemos observar una alegoría a Dios y su creación, añadiendo reflexiones filosóficas y existenciales a la ecuación. Esto provocará que haya quien lo vea como un cambio de rumbo ilógico en el argumento, pero si nos fijamos bien atiende a esa búsqueda iniciática de la que hablaba en un principio y que nos lleva al descubrimiento del origen de Longshot, centrado en un viaje de descubrimiento de sí mismo. Nocenti no se desvía del plan inicial, sino que hace una arriesgada apuesta, urdiendo una compleja madeja alrededor de su creación, que podría estar destinada a salvar a toda una raza, como si de un mesías se tratara. Una amalgama de elementos que reúne ciencia, religión, misticismo y crítica social, en una historia que aporta una especial originalidad a la hora de plantear los conceptos, que en un principio quizá parezcan inconexos, pero que bajo mi punto de vista forman parte de un tapiz mayor, cobrando mayor sentido en las relecturas. Quizá no es una historia sencilla ni del todo accesible, pero sí ofrece un producto original y fresco, que después de 20 años aguanta bien una relectura. No estoy muy seguro de que muchos cómics tengan tanta suerte.

Panini Comics ha recuperado esta miniserie dentro de la línea Marvel Gold dedicada a los tomos en tapa blanda, o semirígida, según se mire, con solapas, plagado de extras. Entre ellos se encuentra un extracto de la mencionada “Biblia de Longshot”, ilustraciones de Arthur Adams, incluyendo el diseño de los personajes, así como una cantidad ingente de bocetos a lápiz y diseños de páginas que, sinceramente, me parece algo excesivo. Quizá no llega a los extremos de Miracleman, pero también diría que sobrepasa los límites de lo necesario. Si bien es cierto que la edición anterior en la colección Obras Maestras de Forum era algo escuálida, por lo menos ofrecía lo verdaderamente importante a un precio que, viendo como están las cosas actualmente, se podría decir que no era tan caro. Desgraciadamente es una edición algo otoñal, quizá su único gran defecto. Sea como sea, volvemos a tener presente en el mercado una obra de gran importancia dentro de la trayectoria de dos autores, además de ser el punto de arranque de un personaje que posteriormente se integraría en las filas de la Patrulla-X, continuando así su historia bajo el ala del Patriarca Mutante. Y es que podríamos decir que Longshot fue un tipo con suerte tanto dentro como fuera de las viñetas, demostrando que a pesar de sus muchas habilidades ese es, sin duda alguna, su gran poder.


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