Esta semana la dedicaremos a una de las sagas más interesantes dentro de la serie The Uncanny X-Men en los tempranos años ochenta, la cual fue perpetrada por el tándem creativo formado por Chris Claremont y John Byrne, justo en la recta final de su colaboración. Se trata de un arco argumental que, a pesar de su brevedad, supuso un punto de inflexion debido a una serie de conceptos novedosos para la época, los cuales serían fuente de inspiración en años posteriores y referente para muchos autores, de lo que también vamos a hablar. Nos referimos a...

X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO
por Fernando del Moral


A pesar de la importancia y el reconocimiento que actualmente tiene esta saga, llegando incluso a ser adaptada al cine recientemente, no deja de ser curioso que estemos ante una aventura de tan sólo dos números: The Uncanny X-Men #141-142. Hoy posiblemente se hubiese necesitado una docena de números americanos para contar algo así, y con sus tie-in y versus aparte, como se hace de un tiempo a esta parte con los tan de moda crossovers y eventos. Sin embargo, autores de la talla de Claremont y Byrne solo necesitaron 44 páginas, como si de un álbum europeo se tratara. Puede que debido al agotamiento que les supuso cerrar la Saga de Fénix Oscura escasos meses atrás, o puede que directamente su intención era solo la de hacer algo corto, sobrio y autocontenido. Quién sabe. Pero antes de nada, conviene señalar los antecedentes que nos llevan a esta saga.

Una de las premisas fundamentales en The X-Men fue la carga social que impregnaba al grupo, con temas delicados como eran el miedo y el rechazo hacia los mutantes, así como la lucha por su integración en la sociedad. Con mayor o menor acierto se trataron esos mismos temas que tenían su homólogo en el mundo real. Esto fue clave en The X-Men #14, número en el que debutaban los Centinelas, aquellos robots gigantescos creados por el antropólogo Bolivar Trask cuyo fin era salvar a la humanidad de la “amenaza” mutante. Estas máquinas simbolizaban ese miedo hacia los mutantes, convirtiéndose con el paso de los años en uno de los enemigos más recurrentes de la Patrulla-X, la cual siempre conseguía salir victoriosa. Sin embargo, los Centinelas no dejaban de ser por aquel entonces una mera extensión física de un odio concentrado en una sóla persona, como eran los casos del ya citado Trask, su hijo Larry o incluso el científico de SHIELD Steven Lang. Una vez vencidos, se volvía a la normalidad, pero... ¿Y sí esa histeria antimutante fuese eco ya no de una sóla persona sino de muchas, llegando a influir en la política de todo un país? ¿Puede la Patrulla-X combatir un enemigo así? Es más: ¿Puede perder la batalla por la que fue creada? Esta es la genial vuelta de tuerca que hace que Días del Futuro Pasado no sea una saga cualquiera contra los Centinelas.

Estamos en 1980 y de repente saltamos treinta y tres años en el futuro. Los Centinelas gobiernan sin oposición ante una población humana dócil, mientras que la población mutante ha sido casi exterminada por los siniestros robots. Los pocos mutantes supervivientes que quedan han sido confinados en campos de concentración privados de sus habilidades. Por imposible que pueda parecer, el sueño de Charles Xavier se ha convertido en su peor pesadilla. Así de dura es la bofetada que Byrne y Claremont nos obsequian en The Uncanny X-Men #141 cuando vemos a una cuarentona Katherine Pryde esclavizada y recluida caminar junto a un gran cementerio cuyas tumbas pertenecían a héroes y mutantes que se opusieron al ascenso de los Centinelas y murieron luchando contra ellos. En idéntica situación vemos a su marido Coloso, un anciano y paralítico Magneto, Tormenta, un adulto Franklin Richards y su novia, una pelirroja llamada Rachel. Personalmente, Byrne nunca me pareció el mejor de los dibujantes a la hora de saber plasmar estados de ánimo tanto en los personajes como en el entorno, pero aquí creo que lo consigue de manera correcta, pues se puede apreciar esa sensación de caos, fatalismo y derrota en cada una de las páginas dedicadas a esta pesadilla de mundo. Se ve claramente como los rostros de Kate o Tormenta están marchitos tanto por dentro como por fuera, como si nunca hubiesen conocido alegría o felicidad. Si a ello sumamos las descripciones y diálogos de Claremont, el resultado es un panorama casi desesperanzador. Perfecto para la historia que nos cuentan, y la portada de este número ha trascendido como todo un icono de la cabecera.

Y digo casi desesperanzador porque no importa que la Patrulla-X esté rota, vieja y vencida, que siempre encuentra fuerzas para seguir combatiendo, llevando la pelea hasta el mismo cuartel de los Centinelas en el Edificio Baxter, donde no importa ganar o morir, pues la verdadera misión la llevará a cabo Kate Pryde, que gracias a los vastos poderes mentales de Rachel conseguirá que su mente viaje al pasado, cuando todavía es una adolescente recién llegada a la Mansión de Xavier, para evitar el funesto destino que les espera a los mutantes y al mundo.

Este es otro de los temas que Claremont ha sabido explotar muy bien en la cabecera, y es la capacidad de sacrificio que exhibe la Patrulla-X. Su mundo se ha perdido para siempre y sus vidas han quedado destruidas, pero lucharán hasta el último aliento si hay una ligera esperanza de poder cambiar las cosas a mejor. No importa cuantos se sacrifiquen contra los Centinelas, pues todo depende de lo que haga Kate en el pasado para que los mutantes tengan la oportunidad que merecen.

De vuelta a 1980, una adulta Kate resume al anonadado grupo como todo se ha perdido desde el momento en que durante una ponencia sobre la cuestión mutante, el senador Robert Kelly y su interlocutor Charles Xavier serán asesinados cuando irrumpa una nueva encarnación de la Hermandad de Mutantes Diabólicos liderada por Mística, la mutante multiforme que debutara meses atrás en la serie Ms. Marvel del mismo Claremont. El motivo de dicho asesinato será la intención del senador de aprobar un acta de control y registro de la población mutante. Si bien en los casos anteriores, el arma de los enemigos anti-mutantes eran los Centinelas, Kelly simplemente usa la política, y su voz no es sino la de todo un sector temeroso de que los mutantes sustituyan a la humanidad. Lo que Mistica y su Hermandad no se imaginan es que será ese asesinato lo que haga que se apruebe el acta, y disparando con ello una sucesión de hechos que nos llevarán a la creación y ascenso de una nueva generación de Centinelas llamada Omega y responsable de ese futuro que pretende evitar Kate Pryde, empezando por salvar la vida tanto de Kelly como de Xavier.

Pese al desenlace acontecido, los autores nos ofrecen una sorpresa final con la última página de The Uncanny X-Men #142, donde se da a entender que la intervención de la Patrulla contra la Hermandad, que en teoría nunca debió suceder, ha sido el desencadenante para la creación de una nueva generación de Centinelas aprobada por el presidente, dejando una sensación totalmente agridulce. ¿Se ha ganado realmente? Solo el tiempo lo dirá. De este recurso de la paradoja temporal va a tomar buena nota James Cameron para su Terminator unos años después.

Como apunte personal, si esta saga me gusta por algo es especialmente por los detalles que impregnan ese futuro distópico y que es la verdadera salsa de todo el arco argumental. Y es que Días del Futuro Pasado funciona gracias a eso, a detalles que parece que están ahí casualmente, pero luego no lo son tanto. Los autores se permiten el lujo de, puede que de manera intencionada, meter elementos que posteriormente y de una manera u otra se harán realidad en la cabecera, como un Magneto que lidera a la Patrulla-X, o ver a Kate emparejada con Coloso. A todos los implicados en ese futuro los conocemos, salvo a la joven pelirroja encargada de llevar la mente de Kate a su yo juvenil... y hasta eso es mentira, porque sí la conoces o, mejor dicho, la teníamos que haber conocido.

Si bien The Uncanny X-Men #141-142 nos presentaban aquel futuro apocalíptico, años despues un Claremont ya en solitario volvería a profundizar en dicho futuro con la figura de Rachel cuando aterrizó en el presente. Los lectores nos enterábamos de que se trataba de la hija de Scott Summers y una Jean Grey que nunca llegó a morir en la Luna. Su presentación en The Uncanny X-Men #141 no era sino una manera que Byrne y Claremont tenían de reivindicar el final de la saga de Fénix Oscura tal y como lo habían concebido antes de que Jim Shooter se metiera de por medio y, con su llegada al presente, Claremont aprovechaba para darnos más detalles sobre aquel futuro.

Así, en The Uncanny X-Men #188, una joven Rachel Summers se unía al grupo, y con ella volvían de nuevo los Días del Futuro Pasado. Además, su presencia en nuestro presente actual nos brindaba un giro argumental muy interesante, pues había retrocedido a un pasado que no era el suyo cuando advierte, por ejemplo, que el Profesor Xavier podía andar; y de paso descubrió que su madre había muerto y por lo tanto ella no podía nacer. Esta idea enlazaba con el recurso de las realidades alternativas (en su pasado, a Xavier lo matan en la mansión a balazos), aunque yo siempre me preguntaré como es que anteriormente la adulta Kate Pryde no se dió cuenta de lo mismo. Quizás en su día los autores no repararon en ello, cosa que ahora sí ocurre. Y por supuesto, dicha idea también quedó un poco en entredicho cuando por estas fechas -y a espaldas de Chris Claremont- Marvel resucitaba a Jean Grey, aunque esa es una historia para otro momento.

Volviendo a los “Días” dichosos, el verdadero problema que realmente trajo consigo Rachel se llamaba Nimrod, el Centinela de su futuro que llegó al presente en The Uncanny X-Men #191 persiguiendo a la joven mutante.

Tal y como nos relataban Rachel y el propio Nimrod en flashbacks, éste resultó ser un prototipo de Centinela que Kate y Rachel intentaron sabotear tras los hechos de los números 141 y 142 de la colección, fracasando completamente y terminando con la huida al pasado de Rachel y la persecución por parte de Nimrod, no sin que antes matara a Kate. Nimrod, cuyo nombre hace referencia a un bíblico cazador, era el Centinela perfecto y el cazamutantes definitivo. Lejos de ser la versión clásica gigante, estábamos ante un modelo más contenido pero de aspecto aun más amenazador, mejor armamento, capaz de autorrepararse e incluso de mimetizarse haciéndose pasar por cualquier persona (¿A qué nos suena esto?) y mezclarse y entablar relación con los humanos, tal y como demuestra cuando adopta la identidad del obrero Nicholas Hunter. Estas capacidades hacían de Nimrod un adversario temible, capaz incluso de poner contra las cuerdas a la Patrulla-X y al Juggernaut en su primer encuentro. Nimrod seguía cumpliendo con su programación principal, sin importar si estaba en el futuro o en el presente. Tanto él como Rachel trajeron a la Patrulla-X y a todo mutante la sensación de que aquel destino se podía hacer realidad.

Hasta entonces, la amenaza de los Centinelas se limitaba siempre a la Patrulla-X y si acaso, a los hermanos Maximoff (“afortunadamente”, estos se han librado hace poco), pero los hechos acaecidos en The Uncanny X-Men #208 y 209 cambiaron esto cuando la Patrulla-X y el círculo interno del Club Fuego Infernal se declararon una tregua en cuanto irrumpió Nimrod dispuesto a llevarse a todo mutante por delante. Claremont se aprovechó de esta circunstancia de manera impecable, pues nos demostraba lo grave que era la amenaza de Nimrod para todos los mutantes, tanto héroe como villano, y la tregua y posterior colaboración con el Club Fuego Infernal era una prueba de ello.

Sin embargo, pasaban los meses y aquello quedó parado de manera indefinida. La Patrulla-X “murió” para hacerse clandestina desde Australia, Rachel ingresó en el grupo británico Excalibur, Nimrod directamente pareció desaparecer del mapa y los Centinelas, así como todo lo relacionado con los programas secretos gubernamentales y la histeria anti-mutante, quedaron aparentemente relegados al baúl de los cabos sueltos de Claremont. Así fue hasta que en los Uncanny X-Men #246-247 veriamos de nuevo a Nimrod, esta vez fusionado con el Molde Maestro de Bolivar Trask (los Centinelas Alfa y Omega) y dispuesto a seguir trayéndonos los Días del Futuro Pasado. En un giro argumental sobresaliente, el destino jugó a provocar de manera cruel para los mutantes cuando en el desenlace de la batalla se cumplieron, esta vez sí, los peores augurios de Kate Pryde, sólo que de una manera un poco diferente. Un abatido y colérico Robert Kelly daba luz verde a un nuevo proyecto de Centinelas llamado Programa Nimrod. El círculo se había cerrado.

Era innegable como el recurso argumental del viaje en el tiempo suponía un arma de doble filo de la que ya no te podías fiar, algo a lo que los lectores no estábamos tan acostumbrados, y eso que por esas fechas nos empezaríamos a hartar del tema con el ya citado Terminator o con cierto almanaque deportivo. Yo lo que tengo claro es que, al final del día, todos estos elementos no hacen sino recordarle al aficionado que la verdadera lucha de los mutantes no es contra el Magneto o el Fénix de turno. A estos se les puede vencer y hasta reformar, pero contra los odios y prejuicios extendibles a toda la sociedad no hay tregua ni descanso que valgan. Es un círculo vicioso en el que nunca se sabe cuando semejante bomba puede estallar, y lo peor de todo es que, “gracias” a los Días del Futuro Pasado, ni nosotros ni la Patrulla-X tenemos la certeza de estar ante una batalla que se pueda ganar. Este toque dramático y fatalista es algo por lo que la Patrulla-X se distingue del resto, aunque al mismo tiempo nos ofrece un mensaje de esperanza y optimismo, pues si algo vamos a aprender de todo esto es que no importa lo desesperada e imposible que sea la situación, pues sabes que estos héroes lucharán hasta el final.

Ni que decir tiene que en los años venideros, con o sin Claremont, el miedo hacia los mutantes y la amenaza de los Centinelas seguirían siendo temas muy recurrentes, ya no sólo en la cabecera principal sino en las que vinieron detrás. Nimrod, Rachel, el gobierno a la sombra y muchos otros personajes tanto nuevos como viejos conocidos volverían dispuestos a hacerles la vida imposible a los mutantes para hacer realidad los Días del Futuro Pasado, e incluso surgirían otros futuros alternativos (Cable, Bishop...) en los que su destino no se antoja nada bueno, pero nunca olvidemos que esta lucha incesante contra el peor de los destinos que pueden tener los mutantes nos la trajeron por primera vez unos jóvenes Claremont y Byrne en verdadero estado de gracia en aquellos ya lejanos The Uncanny X-Men #141-142, haciendo de aquella clásica saga todo un referente cuyos ecos llegan hasta hoy día, y con película incluida como ya hemos dicho. Y en sólo dos números. Como a veces dice el compañero Ángelus, menos es más.

Para terminar, qué menos que recordarle a los lectores españoles las ediciones en las que se pueden encontrar sendos números, y que afortunadamente no son pocas, pues la Patrulla-X siempre gozó de excelente salud en nuestras fronteras. Los La Patrulla-X Vol. 1 #4-5 de Forum supondrán para muchos de nosotros la primera toma de contacto a la célebre saga que la misma Forum reeditó en la segunda edición de la serie, así como en la Colección Prestigio en su número 30 y, por supuesto, en el número 13 del Coleccionable X-Men. Panini, por su parte, no se quedó atrás y vemos la saga editada como parte del Marvel Gold: La Imposible Patrulla-X #2 o en la Biblioteca Marvel: X-Men #8, sin desmerecer tampoco el Clásicos del Cómic: X-Men, que junto con el Prestigio de Forum son quizás las ediciones más aptas para quienes busquen la saga sin más.

Como puede comprobarse, hay ediciones para todos los gustos, y algunas de ellas perfectamente disponibles y fáciles de encontrar. Es la gran ventaja tratándose de un grupo, repito, de gran aceptación ya no sólo en nuestro país sino a nivel mundial. Podría decirse que, al final, la Patrulla-X consiguió su más que merecido lugar en el mundo, y gracias a sagas como Días del Futuro Pasado.

Efectivamente, el futuro no está escrito.


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