La irrupción en las salas cinematográficas de los grandes iconos de la Casa de las Ideas nos ha deparado agradables sorpresas en los últimos años. Una de ellas ha llegado en forma de blockbuster veraniego protagonizado por los Guardianes de la Galaxia. Quién iba a creer que este grupo tan variopinto cosecharía un éxito tan rotundo en la gran pantalla. Ni en nuestros mejores sueños se nos hubiese ocurrido pensar que la faceta cósmica del Universo Marvel alcanzaría un nivel de popularidad tan grande, ni que personajes hasta hace poco considerados de culto estarían en la cresta de la ola. Panini Comics, aprovechando el tirón comercial, apuesta por la reedición de los tebeos que dieron origen a tres de los personajes más representativos del grupo en su versión cinematográfica, la cual bebe directamente de los conceptos revitalizados por Dan Abnett y Andy Lannnig. Por lo tanto, hoy vamos a hablar de...

MARVEL GOLD GUARDIANES DE LA GALAXIA: VIDAS PASADAS
por Óscar Rosa Jiménez


En la década de los setenta, Marvel Comic Group comenzaría una expansión editorial a través del formato magacín. Sus primeros intentos no cosecharían el éxito esperado. Hay quién habla de problemas en la distribución, mientras que otros responsabilizan del fracaso a Martin Goodman, propietario de la empresa por aquel entonces, que parecía no ver con muy buenos ojos esta propuesta editorial. Sea como sea, en 1975 veía la luz una nueva colección titulada Marvel Preview. Este proyecto era concebido como una serie contenedor en la que cada número albergaba una temática diferente. En el primer número, Doug Moench y Roy Thomas exploraban las teorías de Eric Von Däniken sobre los dioses provenientes de las estrellas, que él pensaba que nos visitaron en el pasado remoto. La magnífica portada de Neal Adams, junto a uno de los temas candentes de la época, convertía el lanzamiento en un producto tremendamente atractivo. Además, se incluyeron diferentes relatos y artículos que dotaban al formato de unas características que lo acompañarían en el resto de magacines que acabaría publicando la editorial.

En el segundo número, el protagonismo recaía sobre el bueno de Frank Castle, de la mano de Gerry Conway, su creador. En ella, el autor utilizaba la libertad que ofrecía el formato para narrar el dramático origen del personaje y los motivos que lo llevan a convertirse en el azote de los criminales. Una historia que, pese a la importancia dentro de la trayectoria del Castigador, no ha contado con demasiadas reediciones en nuestro país, por lo que es posible que muchos aficionados no hayan podido leer de primera mano los acontecimientos que derivaron en tragedia para la familia de Frank. Una pena no poder disfrutar del trabajo de Tony DeZuñiga, que me parece especialmente destacable en blanco y negro.

En el tercer número, la colección dio otro giro radical para acoger a Blade, el cazavampiros por excelencia del Universo Marvel. Chris Claremont, principalmente, es el encargado de escribir varios relatos protagonizados por uno de los exponentes de la blaxplotation en la Casa de las Ideas. Comenzaba la escalada de éxito para uno de los personajes creados por Marv Wolfman en The Tomb of Dracula, la principal punta de lanza de la editorial en su incursión por el género de terror durante la década de los setenta.

En el cuarto número, Marvel Preview retorna al espacio para presentar a un nuevo personaje: Starlord. Steve Englehart, junto al dibujante Steve Gan, apuesta por la ciencia ficción en estado puro. Se denota cierta influencia de Buck Rogers y Flash Gordon, los grandes clásicos del género que presentan el arquetipo del aventurero espacial por antonomasia. Pero Peter Quill ofrece ligeras diferencias, sobre todo en su actitud psicópata y su obsesión por la venganza. Además, el autor liga su origen y sus poderes a la astrología, relacionando su nacimiento con una alineación planetaria que lo convierte en un hijo de la Era de Acuario. Esto, que a priori puede resultar algo baladí, es tenido en cuenta por el guionista no solo para mostrar su relación con las estrellas desde el mismo momento en que comienza su vida, sino para establecer un nexo de unión con cultos perdidos que remiten a Mitra o el propio nacimiento de Cristo. A partir de ahí, Englehart se esfuerza en mostrarnos la difícil infancia que tiene que vivir alguien como Peter, huérfano de padre al poco de nacer. Meredith Quill, su madre, queda desplazada socialmente y solo se tienen el uno al otro. De ese modo, sin amigos y visto como un bicho raro, Peter se refugia en el deseo de poder alcanzar las estrellas y sus secretos. Esto no es más que una representación de los anhelos de la sociedad del momento. El éxito de la serie de televisión Star Trek, la llegada del hombre a la Luna o la constante difusión del fenómeno OVNI son elementos que podemos ver reflejados en esta historia y son el caldo de cultivo perfecto para desarrollar un relato que trata de ofrecer la ciencia ficción bajo un prisma de realidad. Algo que se puede constatar a medida que avanza la historia. Peter Quill será testigo de excepción del aterrizaje de una nave espacial y el desembarco de sus tripulantes. Desgraciadamente, el cumplimiento de su sueño solo le traerá sufrimiento, ya que los extraterrestres de aspecto reptiliano asesinan a su madre, quedándose solo en el mundo. Asimismo, nadie creerá su fantástica historia y quedará aún más desplazado de lo que ya estaba, convirtiéndose en alguien introvertido y muy obsesionado. Su obsesión le lleva a convertirse en un aplicado estudiante, alcanzando su mayor sueño: ser astronauta. Sin embargo, su poca empatía con los que le rodean frustra su deseo de salir al espacio, por lo que deberá cambiar su actitud. Cabe destacar como Peter está en las antípodas de lo que podríamos considerar un héroe. Estamos ante alguien antisocial, violento y obsesionado con salir de un mundo que parece no comprenderlo. Sus ansias por matar a los responsables de la muerte de su madre lo carcomen por dentro, aunque también le obligan a esforzarse para que su intolerancia social no frene sus objetivos, de forma que consiga llegar a la estación espacial de la Tierra. Una vez allí, presencia el contacto extraterrestre que ofrece la posibilidad de que un humano se convierta en Starlord. Esto es algo que deben elegir los propios terrícolas. Peter no es elegido, por lo que decide tomar la iniciativa y, mediante la fuerza, se sube a la nave que lo lleva rumbo a otro planeta para convertirse en Starlord al amparo de un misterioso anciano, con un aspecto icónico de lo que muchos consideraríamos un Dios. Así obtenía un uniforme, un casco que le permite volar y una pistola que tiene el poder de los cuatro elementos cuyo único límite es la fuerza de su mente.

Como podemos observar, la versión original de Starlord poco o nada tiene que ver con su análogo cinematográfico. De hecho, ni siquiera presenta demasiadas similitudes con la actual encarnación que podemos ver en los cómics. Desgraciadamente, la prematura marcha de Englehart de la Casa de las Ideas nos impide saber como hubiera desarrollado el autor al personaje tras este punto de partida. Aunque, para los números posteriores de Marvel Preview, tenía pensado escribir una serie de historias enmarcadas en distintos planetas del Sistema Solar, por lo que es muy posible que no tuviese grandes planes para Peter Quill. No obstante, la colección siguió su rumbo con protagonistas tan dispares como Sherlock Holmes, Satana, la Legión de Monstruos, Man-God o Thor.

En Marvel Preview #11, el editor de la colección, John Warner, decide que ha llegado el momento de recuperar a Starlord, aunque con algunos cambios en su origen, sobre todo desligándolo de la astrología. Solo había pasado un año de su creación y se iban a introducir grandes alteraciones en el personaje, de modo que casi podríamos decir que son dos personas bien distintas. El elegido para acometer este trabajo fue Chris Claremont, mucho antes de convertirse en el Patriarca Mutante, y justo después de demostrar su talento en Marvel Team-Up y Iron Fist. El escritor londinense siempre ha sido una gran fan de la Space Opera, algo que demostró a lo largo de su etapa en The Uncanny X-Men, donde exploró como nadie ese concepto dentro del género de los superhéroes. También reconoce ser un gran admirador de la obra de Robert S. Heinlein, un famoso escritor de ciencia ficción que se sitúa a la altura de Isaac Asimov o Arthur C. Clarke, en especial de su libro titulado Tropas en el Espacio. Tanto es así, que el autor inglés le dedica este número a Heinlein, para dejar constancia no solo de una de sus grandes influencias, sino de su admiración por él.

En el apartado gráfico tenemos a John Byrne, un dibujante que ya había trabajado con Claremont, incluso lo hacía en aquellos momentos en la colección de la Patrulla-X. Este binomio creativo ha dejado para el recuerdo grandes historias, por lo que unirlos para un nuevo proyecto parecía la mejor idea. Pero lo realmente destacable es que al dúo se le une Terry Austin, un entintador que se convertirá con el tiempo en alguien que complementará perfectamente los lápices de Byrne. Cuesta creer que Austin iniciase este proyecto con tanto recelo, a tenor de lo que le depararía el futuro y como su destino estaría ligado al dibujante canadiense.

Este nuevo equipo creativo convertiría a Starlord en un personaje más amable, que surca el espacio junto a Nave, un vehículo espacial con el que establece unos lazos afectivos interesantes, ya que mantienen una incomprensible relación. Además de este amor imposible, Peter adquiere un objetivo más desinteresado como es el de ayudar a aquellos que lo necesitan sin esperar recibir nada a cambio. Digamos que Claremont le dota de unas características más propias de un héroe. Pero el gran cambio radica en reestructurar el origen del personaje. La muerte de Meredith Quill no fue un hecho casual, sino algo orquestado por el príncipe Gareth en su intento por acceder al trono de Sparta. De ese modo, vamos descubriendo quién es el verdadero padre de Peter Quill, Jason de Spartoi, y como fue concebido. En medio de esta trama, con ese aire típico de culebrón que tanto gusta al escritor inglés, tenemos una lucha por la libertad, desarticulando una red de esclavismo intergaláctico con la ayuda de Kip y Sandy. Además, vengará la muerte de su madre, eliminando a Lord Sith de la confederación de Ariguan, uno de los esbirros de Gareth. De ese modo, los autores cierran el círculo sobre el origen de Starlord, que había dejado muchas cuestiones en el aire durante su primera aparición.

La historia fue un éxito total. Muchos coinciden en que se adelantó a su tiempo, publicándose un año antes del estreno de Star Wars, la película que revolucionaría la ciencia ficción y se convertiría en estandarte del género. No obstante, las apariciones del personaje no se multiplicaron, sino que se ceñirían a la serie Marvel Preview y poco más.

En 1981, Terry Austin solicitó a Jim Shooter la reedición de Marvel Preview #11 a todo color. El Director Editorial accedió, pero pensó que sería interesante añadir algunas páginas, ya que habían quedado algunas lagunas importantes en el relato original. Sobre todo, no quedaba claro si las aventuras del personaje transcurrían en el futuro del Universo Marvel o en una realidad alternativa. De momento no parecía haber demasiado interés en incluirlo a la continuidad del universo de ficción de la Casa de las Ideas, pero con este relato se reestructuraba todo para establecerlo en una misma línea temporal. Bajo el título Star-Lord The Special Edition, se reeditó el nuevo origen del personaje escrito por Chris Claremont, añadiéndole un prólogo y un epílogo dibujados por Michael Golden para conseguir ese fin. Precisamente, esa es la historia que se incluye en este tomo, siendo la primera vez que se publica a color en nuestro país.

El segundo protagonista de hoy, casualidades de la vida, también nació en el magacín titulado Marvel Preview. Compartiendo cartel con la exuberante Satana, Mapache Cohete pasó totalmente desapercibido en Marvel Preview #7. Posiblemente porque cuesta mucho ver en esa versión primigenia del personaje al simpático defensor de la Galaxia en el que se ha convertido hoy. El padre de la criatura es nada más y nada menos que Bill Mantlo, cuyos inicios en Marvel estuvieron muy ligados a los magacines de la editorial. Acompañado de George Pérez, escribió un serial protagonizado por los Hijos del Tigre en Deadly Hands of Kung Fu, aprovechando la moda de las artes marciales. De forma paralela, Mantlo trabajaba con Ed Hannigan en otro serial titulado "La Espada y la Estrella", cuya primera entrega se publicó en Marvel Preview #4, el mismo número en el que debutaba Peter Quill; parece que las curiosidades continúan. Al parecer, el dibujante perdió el interés en la historia y lo dejó en el primer capítulo, por lo que el guionista decidió solicitar la colaboración de Keith Giffen para el segundo, que vería la luz en Marvel Preview #7. La principal idea de Mantlo consistía en realizar un relato que pusiera de manifiesto cuánto había influido en él Carl Barks, el creador del famoso Pato Donald. De ese modo, dio vida a Rocky, un mapache parlante que se encontraba en Mundo Brujo. El propio autor confiesa que el nombre surgía de una canción de los Beatles aparecida en su doble disco homónimo producido en 1968. La canción, compuesta por Paul McCarney, se titula Rocky Raccoon. Desgraciadamente, todo esto se pierde en la traducción. De esta curiosa combinación de elementos, surgía un personaje que caería en el más absoluto de los ostracismos hasta que fue recuperado por su propio creador en The Incredible Hulk #271.

Curiosamente, durante bastante tiempo hubo muchas dudas sobre si se trataba del mismo personaje. Sin embargo, el Handbook de Marvel sale al rescate para aclararlo. Aunque queda pendiente resolver el momento cronológico en el que sucede, ya que hay quienes piensan que lo sucedido en Marvel Preview #7 transcurre en un futuro indeterminado, mientras que otros los consideran su primera aparición absoluta sin más. De todas formas, es obvio que son dos versiones ligeramente diferentes. Principalmente por la ubicación en la que se sitúan ambas historias, pero a nivel estético tampoco parece el mismo personaje. Sea como sea, es en la serie protagonizada por el Goliat Esmeralda donde se comienzan a desarrollar a Mapache Cohete y su entrono. Es allí donde conoceremos el sistema estelar conocido como Cuadrante Piedra Angular, junto a otros animales parlantes que intentan proteger la, incomprensible para ellos, Biblia de Gideón de las garras del topo asesino llamado Judson Jakes. A bordo de la nave apodada Rakk'N'Ruin, Cohete cuenta con el apoyo de una morsa con colmillos protésicos y una nutria de la que está enamorado, Lylla, la cual es codiciada por todos los enemigos de su novio. Esto provocará que la misión principal siempre tenga el añadido de rescatarla.

Bill Mantlo siembra las semillas de un mundo repleto de incógnitas en el que cohabitan extraños policías que mantienen el desorden, un manicomio conocido como el Nido del Cuco, robots con inteligencia artificial y animales parlantes que fabrican juguetes asesinos con apariencia de payasos. Un delirante escenario del que es expulsado Hulk, durante la etapa guionizada por el autor en su colección regular. Tres años después, en 1985, el autor retomaría la idea para desarrollarla en una miniserie de cuatro números, dibujada por Mike Mignola. Más allá de ser uno de los primeros trabajos de cierta envergadura del que se convertiría en el creador de Hellboy y su interesante universo, la serie limitada ata todos los cabos y explica cual es el origen de Cohete y su mundo. Una divertida historia en cuatro capítulos que hasta el momento había permanecido inédita en nuestra piel de toro. Sin duda alguna, uno de los grandes alicientes de este volumen, plagado de rarezas y curiosidades de los rincones más recónditos del Universo Marvel.

Cabe destacar el ritmo trepidante que imprime Mantlo a esta miniserie. Además, su manera de utilizar el mundo animal para mostrar analogías del comportamiento humano es realmente brillante. A esto hay que sumarle unos diálogos especialmente inspirados, en los que cada personaje queda perfectamente caracterizado. Sinceramente, cuesta mucho ver la mano de Mantlo en una obra así, más propia de Morrison o cualquiera de esos autores más propensos a la metafísica y los escenarios delirantes. Si bien es cierto que la miniserie no profundiza en ningún concepto existencial, sí que contiene un componente importante de originalidad. Tampoco me parece desdeñable la forma en la que el guionista introduce algunos giros que dan una vuelta de tuerca más al concepto, revelando un origen coherente y orgánico. Aunque posiblemente haya quién la considere una pequeña locura incongruente, me parece ver retazos de una genialidad muy atrevida para un autor que apenas exploró esas posibilidades a lo largo de su carrera. Curiosamente, fue uno de sus últimos trabajos para Marvel.

Y para terminar, nos trasladamos al lejano noviembre de 1960, momento en el que se publicó Tales to Astonish #13. En dicho número, tenía lugar la primera parición de Groot, un monstruo procedente del Planeta X, que llegaba para llevarse nuestro planeta a través del espacio y utilizar a los humanos como cobayas. Si los anteriores protagonistas presentan bastantes diferencias con la versión actual, en este caso, es un personaje totalmente irreconocible. No solo por su gigantesco tamaño, sino que esa verborrea que muestra está muy lejos del limitado léxico al que nos tiene acostumbrado. También cuesta horrores ver una faceta maligna en ese entrañable Groot cinematográfico, mientras que en su primera aparición estaba en consonancia con el resto de creaciones que realizaban Stan Lee y Jack Kirby en la conocida era pre-Marvel, donde proliferaban los relatos de monstruos y una ciencia ficción anacrónica en la actualidad. Una época desconocida y de la que no vendría mal que se recuperase alguna selección de las mejores historias para poder observar, de primera mano, la paulatina evolución de la Casa de las Ideas.

Con el descubrimiento de otra creación de los padres del Universo Marvel, concluye un tomo que nos deja la posibilidad de asistir al nacimiento de tres personajes que han cosechado un gran éxito en los últimos años. Si bien es cierto que la calidad no es homogénea, si que hay un nivel medio bastante bueno. Además, la selección me parece muy acertada, incluyendo materiales inéditos o que no se han reeditado hace mucho. Tengo que reconocer que no soy fan de este tipo de recopilatorios, pero debo decir que en esta ocasión me han convencido. Quizá las historias de Starlord podrían haberse dejado para un Marvel Gold exclusivo del personaje, abaratando un poco el tomo, pero debido a su calidad no es algo que me moleste especialmente. Por otro lado, también hay que decir que la decisión de publicar el volumen varios meses después del estreno de la película no me parece demasiado acertado, pero parece que la línea goza de la suficiente salud para poderse permitir este tipo de "lujos". Sea como sea, ahora tenéis la posibilidad de comprobar con vuestros propios ojos si realmente, en el caso de nuestros protagonistas, cualquier tiempo pasado fue mejor.


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